¿Sin qué no podrías vivir?
Para mi primer viaje con mochila le pregunté a una amiga qué debía empacar. Me dijo: “Nada”. La única diferencia entre un viaje de nueve días y un viaje de un fin de semana es más comida. Trato de llevar siempre conmigo ese concepto de simplicidad.
Pero si tuviera que elegir una cosa, sería mi tarjeta Visa. Parece cursi que lo diga, pero es verdad. Recuerdo cuando viajé por primera vez sin cheques de viajero. Ver salir 200 dólares australianos del cajero automático en Sydney. Fue como ser testigo de un milagro.
¿Qué te motivó a orientarte hacia esta carrera?
Estudié derecho, simplemente para ganarme la vida. Me atraía el área de cumplimiento y gobernación. Fundamentalmente la administración del riesgo empresarial antes que eso ni siquiera existiera. En Visa esa se convirtió en la descripción de mi trabajo. Todavía me fascina la batalla de ingenio que mantenemos con los defraudadores.
¿Cómo impulsan la seguridad y el riesgo las innovaciones?
Nuestros adversarios están entre la gente más innovadora que existe en el planeta. Eso nos obliga a estar siempre modificando el campo de batalla. La tokenización lo hace devaluando los datos; EMV y la biométrica cambian aún más el juego. No siempre se trata de crear algo nuevo. A veces se trata de combinar lo que ya tenemos en formas enteramente nuevas.
¿Adónde ves que van los pagos?
Los pagos con dispositivos móviles ya están aquí y en pleno poderío. La velocidad de la adopción también está ayudando a los mercados emergentes a saltar por encima de grandes barreras. Países que carecían de infraestructura ya pueden saltar por encima de las amenazas de seguridad que implicaban los sistemas heredados. Eso no solamente ayuda a esas economías, sino que le da a la comunidad de control de riesgo un modelo para promover el desarrollo.
Tu educación apunta a un gran amor por las palabras. ¿Todavía resuena eso en ti?
Totalmente. Me encantan las palabras en todos los idiomas. Siempre trato de decir algo en el idioma del país cuando me toca hablar en conferencias en el extranjero.
¿Tienes un momento favorito de la época en que asistías al Juez Powell?
Era un caballero en todo. Es famoso por eso. Cuando eres asistente de un juez, escribes los memorandos de los casos. Sugieren cómo debe votar el juez. Recuerdo muy bien entrar en su oficina después que él había leído uno de los míos. Nos sentábamos a hablar y me decía: “Ellen, creo que en este caso no vamos a poder ir de la mano”. Una de las personas más poderosas en este mundo, y sin embargo me trataba con tanto respeto y con igual dignidad.